lunes, 29 de diciembre de 2014

LA FUERZA DE LAS PALABRAS

"Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro"
Este fue el pensamiento que ocupó la mente de John, cuando aquel advirtió, que un bergantín se dirigía directamente hacia la playa. Iba ya para un año que el galeón en el que viajaba, había naufragado cerca de la isla donde ahora se encontraba refugiado. La tormenta fue tan fuerte, que sólo alcanzaron la costa unos pocos objetos de la nave. A éstos les empujaría hacia tierra firme, el fuerte viento.
Tan pronto él tocó tierra, se dijo que debía luchar por conservar la calma. Duro era, pero no le quedaba otra, así que tomó el cuchillo largo que llevaba y comenzó a cortar ramas. Con ellas trenzaría un techo en el que guarecerse.
Al amanecer acudió a la orilla del mar para pescar. Durante los primeros días, la pesca resultó escasa y comenzó a notar el hambre. Pero, pronto encontró la forma de hacerlo mejor y pudo satisfacer su apetito. Solucionado lo más perentorio, era cuestión de ofrecer señales de su presencia en la isla, así que decidió subir a los más alto del acantilado, para hacer un fuego que pudiera ser visto por cualquier nave, que pasara cerca de la costa.
"Bien pensado se dijo" Provisto de su cuchillo, subió a la parte más alta de las rocas y cortando ramas secas, las puso sobre una zona de piedras. Encendió el fuego con el pedernal y estuvo un rato observando el horizonte. Las piedras protegerían las llamas del viento.
Durante días subió a lo alto del acantilado, hasta que una mañana mientras encendía el fuego, avistó como en el horizonte se recortaba la imagen de un bergantín. Atizó el fuego con tanta intensidad, que él mismo lo apagó. Sin embargo, una hilera de humo continuó ascendiendo hacia el cielo.
Con el catalejo observó, como la embarcación ya próxima a la costa, arriaba un bote y como varios hombres subían a él. Su cuerpo tembló al ver el estandarte que llevaba la nave. ¡Eran piratas!
Terminó de apagar el fuego de manera, que no quedase la menor huella de él y emprendió el camino de regreso a su escondite. Debía pasar desapercibido.
Los piratas al llegar a la playa, descendieron del bote y se dirigieron a unos cocoteros, que había en las cercanías. Todo parecía indicar, que no se habían percatado de su presencia. La noche cayó sobre la playa y John vencido por el cansancio entró en un extraño sueño.
A media noche sintió un ruido en las cercanías de su cobertizo. Al asomarse, vio como los piratas se acercaban. El grito de unos de ellos al descubrirlo, le dejó temblando. Pronto lo tuvieron rodeado y John muerto de miedo les pedía, que por piedad lo dejaran vivir. Las carcajadas de los piratas ante tal súplica, encendieron al joven que armándose de valor, les amenazó con su cuchillo. Entonces, todos cayeron sobre él y lo desarmaron.
Atado a un cocotero, presenció como aquellos hombres se emborrachaban. Parecía, que su desembarco era debido a la espera de algún acontecimiento y por eso no marchaban. Al amanecer el sol brillaba sobre las finas arenas de aquella playa.
John al despertar vio a los piratas, que aun dormían el más dulce de sus sueños. Sin embargo, fueron despertados por los cañonazos de un navío, que atacaba el bergantín. A pesar de la resaca que éstos sufrían, tomaron sus cosas para regresar al barco. Pero un certero cañonazo del navío, dejó destrozada la cubierta de la embarcación pirata, arrastrando al mar todos los hombres que en ella quedaban.
Los que aún permanecían en la playa, iban de un lado a otro sin saber qué hacer. Pero al observar, que de la nave atacante partían hacia la playa, dos pequeñas embarcaciones cargadas de soldados, éstos emprendieron la huida.
De pronto, John se quedó solo en la playa. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pues había estado a punto de morir en manos de aquellos piratas. Al desembarcar los soldados, uno de ellos lo desató mientras que el resto, perseguían a los que huían como verdaderos demonios.
Entonces la isla le pareció hermosa…
Comenzaba a disiparse la nebulosa que lo envolvía, cuando la voz de su madre y unos golpes, que de momento no supo de donde partían, le sacaron de tan angustioso sueño. Lo primero que vio fueron los ojos de buey del camarote donde viajaba. Enseguida pensó, que su ensoñación debía haber sido motivada por la lectura de la novela, "La invención de Morel"

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