miércoles, 11 de julio de 2012

LOCURA


Amanece. Sobre la línea azul del horizonte, se comienzan a dibujar los perfiles de las cumbres más altas del mundo. El sinuoso camino para alcanzar sus picos, es harto duro y difícil. El escalador sabe que una vez alcanzado su objetivo, se puede encontrar con que las nubes que surjan bajo sus pies, oculten los valles, la niebla prive la luz del sol hasta conseguir a veces, la sensación de que la noche se haya apoderado del lugar.
Sin embargo, como en cada montaña del universo, vive una diosa particular. Ésta aparece o se esfuma misteriosamente. Va vestida con pétalos de flores y el viento del oeste remueve los mismos, a riesgo de dejarla desnuda.
Sus jugosos labios dibujan una leve sonrisa, mientras que el destello de sus ojos, llegará al escalador en forma de promesa de amor. Éste a veces de manera impulsiva, se aventurará con prisas por llegar hasta ella.
No lograrán apartarla de su pensamiento, ni los truenos y relámpagos de la tormenta, ni las lluvias torrenciales. En todo momento, comparará su pureza a la del agua cristalina, que tomó de la fuente al inicio del camino. Su deseo de poseerla es tan fuerte, que irá aumentando a medida que se aproxima, el momento de conquistar la cumbre.
Transcurre la ascensión, sin embargo la diosa se mantendrá siempre a la misma distancia. El escalador decepcionado llegará a preguntarle:
— ¿Por qué te alejas de mi? ¿Es qué no deseas te conquiste?
La diosa no contesta. Pero su sonrisa aun es mayor, cuando los rayos que desprende su mirada hacen al escalador perder la razón. Éste tiende su mano para alcanzarla y lo único que consigue, es caer por la grieta del glaciar hasta lo más profundo del mismo.


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