lunes, 13 de diciembre de 2010

¿EN QUÉ PUEDO CREER? IV

¿Cuál debería ser el camino a recorrer?

En los principios de la humanidad y hasta que la religión se impuso, existía una gran espiritualidad. Hoy renace y vuelve a ser la fuerza instintiva, con la que el ser humano busca dar sentido a su vida. Las personas están ansiosas por encontrar un camino de espiritualidad, no una religión.

Un buen principio sería aceptar que estamos ante una verdadera crisis. Para los católicos, una buena parte de esa crisis reside en el rechazo a su jerarquía. La estructura oficial de la Iglesia, sigue manteniendo un conflicto con la modernidad, a la que dificulta, pone trabas o sataniza. Lo que implica una oposición de la sociedad civil a este posicionamiento.
Está claro, que existe un gran problema para reelaborar una síntesis teológica, pero solo así se conseguiría la ansiada unión de todos aquellos, que se consideran seguidores de Jesús. (Véase, católicos, evangelistas, ortodoxos, anglicanos, etc.) 

¿Quién nos puede guiar en el cambio?

Ya lo hemos dicho Jesús. La Iglesia católica, pero no la única, tienen en su poder el mensaje y la actitud que asume éste en su vida.
Toda la tradición religiosa cristiana nos remite a su figura, no a Cristo ni Jesucristo, sino al Jesús de Nazaret. Y no solo eso, sino que es considerado por otras religiones un profeta.

Su figura y su mediación, serían los medios para comenzar este cambio que se necesita. ¿Por qué Él? Los motivos son muy simples. Por un lado, fue una persona alejada y rechazada por la religión oficial.

Por otra, no se constituyó en el creador de una religión (y en esto están de acuerdo numerosos estudiosos). Mantuvo una fuerte oposición, frente a las leyes, instituciones y prácticas religiosas del momento. Todo parece indicar, que su llamada fue a vivir en la espiritualidad.
 
Jesús fue y murió judío. Su experiencia existencial, la vivió siguiendo los preceptos de la Torá, (no los rechazó) pero si les dio un nuevo significado. El hombre por encima de la Ley.
Después de la muerte de Jesús, los Apóstoles siguieron participando en las sinagogas, hasta que fueron excluidos de estas. En ese momento, como una secta más de las que circulaban por la Palestina de Jesús, comenzaron la predicación de la Buena Nueva.
El mensaje de fraternidad, que expusieron a cuantos querían oírlos, y los milagros que hacían entre la gente, lograron que a su alrededor se fueran congregando personas de todos los status, pero principalmente pobres y excluidos, que veían en el mensaje un rayo de esperanza.
Sin embargo, la historia nos explica, que a la luz de diferentes visiones e interpretaciones de las palabras que Jesús pronunció, y los hechos que acaecieron en Jerusalén y que llevaron a éste a la cruz, se fueron creando grandes diferencias, que acabaron al enquistarse, por causar las divisiones, que todavía hoy día hemos sido incapaces de superar.
Para las pequeñas comunidades, que comienzan a desgranar la búsqueda de la espiritualidad perdida, el volver a los orígenes, está siendo reconfortante. El camino es de rosas, pero ya sabemos que estas tienen muchas espinas. La visión que muestre la jerarquía hacia estos grupos, nos dirá si como Jesús, tampoco lo tendrán fácil. Lo que en su caso, el precio fue demasiado alto. 

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