Parado ante el monumento a Cristóbal Colón, el anciano contempló curiosamente el conjunto de la escultura y su recinto, exclamando para sí ¡Cuánto ha cambiado el lugar! Los jardines, que ahora rodeaban la estatua, no permitían a los más pequeños jugar al escondite como en el pasado.
Durante unos instantes, regresaron las imágenes de aquellos tiempos, que jamás volverían. Sí, allí fue donde por primera vez, experimentó el cálido sabor de un beso.
Ocurrió en el parque, mientras los padres de ambos intentaban aliviarse del riguroso calor veraniego. En su interior sintieron la quemazón de un fuego intenso, al tiempo que de sus labios brotaban promesas eternas de amor, que ni los vaivenes de la vida podrían borrar.
Cuando callaron, sus bocas se unieron en un largo beso. Pero la vida es dura y aquel incipiente amor, murió casi sin llegar a florecer. Una simple nota bastó, para ahogarlo en lágrimas.