martes, 26 de febrero de 2013

NOCHE DE PAZ...



Manuel con sus muchos años, se encontraba sentado en la terraza de la Residencia “Los Rosales”. Allí, como cada atardecer, desempolvaría sus fantasmas, (como así le gustaba llamar a sus recuerdos) remontándose a un hecho ocurrido en la Navidad del año 1953.

Su vida por aquel entonces, era la de un vagabundo. Caminaba cada día por la ciudad, en busca de algún dinero o alimento con el que satisfacer sus necesidades. Los motivos que le habían conducido a llevar aquella vida, eran su más íntimo secreto. Vivía y dejaba vivir…

El país se encontraba sometido a una economía de guerra. Muchos mendigos al llegar las noches, buscaban una escalera de vecinos y en ella se protegían contra el intenso frío del exterior. Los meteorólogos anunciaban para aquella noche, una intensa nevada.

En la calle de la Estación, se fijó que la puerta de entrada a un edificio estaba abierta. Entró y subió las escaleras hasta el cuarto piso. En uno de los descansillos dejó sus cosas y se dispuso a pasar la noche.

Pronto la algarabía de la fiesta, le recordó las fechas en las que se encontraba. La cena de aquellas familias era amenizada con alegres villancicos. A pesar del ruido, él intentó dormir.

Cercana la medianoche, algunas familias salieron para ir a la misa del gallo. Al verle, le amenazaron para que se marchara. Ya estaba recogiendo sus cosas para irse, cuando la puerta de uno de los pisos, del que no había surgido ruido alguno, se abrió.

Un hombre acompañado por su esposa, le ofreció un tazón de consomé. Manuel sorprendido, lo cogió y bebió despacio saboreándolo. Luego, le acercaron un poco de pollo, algo de turrón y una copa de champán. Más tarde, aceptaría las golfas del edificio, para pasar aquella noche.

—¡Muchas gracias! —Dijo el mendigo, al que la copa de champán le había dado color a sus mejillas —Ustedes me han hecho creer de nuevo en la Navidad.

viernes, 8 de febrero de 2013

CORAZONES FORJADOS

Cincuenta años han transcurrido, desde que entraste en mi vida. Durante todo ese tiempo hemos sufrido, las innumerables tempestades que nos ha ofrecido la vida, y sin embargo pese a todos esos avatares, las estructuras de nuestros corazones han permanecido inmunes al desastre. La única fuerza que nos ha permitido superarlas, sólo ha podido ser la que da el amor auténtico.