viernes, 27 de abril de 2012

MI PRIMER LIBRO ELECTRÓNICO

Después de publicar, ¿Qué nos dice la Biblia, El Contador de Historias y El Contador de Historias II en papel, llegaba el momento de publicar la colección de relatos cortos "Déjame que te cuente" . Aunque inicialmente lo preparé para la edición tradicional, he decidido efectuarla en E-book, y para que llegue a la mayor cantidad de gente, GRATIS. 
Si estáis interesados en su lectura, podéis solicitar el archivo a:   olid1941@live.com  
El propósito es llegar a los mil lectores. Gracias a todos por vuestro seguimiento. 

jueves, 19 de abril de 2012

ATARDECER EN LA PLAYA

El sol ya iba en busca del horizonte para ocultarse, cuando decidimos bajar a la desierta playa. Con la elegancia que te era propia, retiraste la ropa que cubría tu cuerpo y te tumbaste sobre las calientes arenas de aquel atardecer.
Los últimos rayos que todavía iluminaban el lugar, me permitieron contemplarte en todo tu esplendor. Al mirarte, no pude por menos de fijarme en los exuberantes senos, que sobresalían por encima de una extensa planicie.
Mi mano, al acariciar el contorno de tu vientre, provocó un leve estremecimiento en tus piernas, que acabó por dejar al descubierto la selva negra que cubría tu sexo.
Extendiste tus manos hacia mí incorporándome a tu interior, mientras yo saboreaba el infinito placer, que sólo tú podías ofrecerme.

*Seleccionado en su versión más breve para la Antología de "Pluma,papel y tinta"

EL SILENCIO

Eduardo penetró, en el frondoso bosque, que se hallaba situado en las cercanías del río de su vida. Buscaba el silencio necesario para restablecer su propia armonía.
Al avanzar por entre las columnas de robles, hayas, chopos, y abedules, notó como se interrumpían las hermosas sinfonías, que producían las criaturas que allí habitaban.
Sobre el bosque cayó un largo silencio, que caló en su interior. Aspiró con fuerza el oxígeno que desprendían las plantas y aquel aroma le sumergió en sus dudas, quebrantos, y tantas cosas que le agobiaban, para las que intentaba encontrar una respuesta satisfactoria.
Vació su alma y al hacerlo, encontró los motivos para poder encarar la vida con alegría. Con el espíritu ya más sereno, volvió a escuchar el canto de los petirrojos, copetones y mirlos, mientras sobre una rama, un búho con su mirada fija lo contemplaba todo. Al atardecer en el bosque, se oiría el grito del pavo real durante su cortejo a la hembra.
Que los sonidos del bosque hubiesen vuelto a la normalidad, le indicó que el silencio logrado en su interior, había sido una magnífica forma de hablar consigo mismo.
Sólo los árboles continuaron en silencio. Sólo el rumor de las ramas, al mecerse con el viento, nos darían señales ciertas de una vida intensa, pero muy silenciosa.





jueves, 12 de abril de 2012

LA SEMANA SANTA (Reflexión)

Ya se han apagado los últimos ecos de la Semana Santa y es la hora de la reflexión. Durante una semana hemos tenido, aunque en menor cantidad que otros años, el quejido de las trompetas y tambores, que junto con el cante de saetas durante las procesiones, han llenado de sonidos no habituales los aires de nuestro país.
¡Y ahora que! La celebración y recuerdo de los hechos acaecidos hace más de dos mil años allá en Jerusalén, ¿nos sirven para algo?
Si a Jesús, aquel que fuera condenado a morir en la cruz, lo desvestimos de sus dones divinos, sólo nos queda el hombre. Un hombre al que llamaríamos santo al contemplar su entrega a los demás, sin importarle el precio a pagar por tan inusual valentía.
Para los no creyentes, la cruz fue una derrota. Para los creyentes sólo fue el paso para la Resurrección y por lo tanto para la VICTORIA.
Al mirar a las gentes que circulan por las calles de nuestra ciudades, observamos sobre sus espaldas cruces parecidas a las de Jesús. Madres con hijos enfermos, parados sin poder llevar el sustento a sus casas, matrimonios desavenidos cuyas vidas se convierten en infiernos, hombres y mujeres a los que les falta la esperanza…
Se podría seguir con un listado extenso de dificultades, que hoy día son las cruces de nuestra humanidad. Sin embargo, un observador inquieto percibe una cierta diferencia entre una persona creyente y otra que no lo es.
El que se dice ateo o no practicante, se enfrenta a las adversidades de la vida, con la sensación de impotencia que da el no encontrar un motivo sólido para continuar soportándolas. El creyente por el contrario, asume que es causa de su naturaleza y espera en todo caso, la Resurrección. Esa esperanza que le llena, le ayuda a soportar el dolor, la enfermedad y como no la muerte física.
¡Buena Pascua a todos!