martes, 20 de noviembre de 2012

LOCURA

El alpinista, tan pronto el alba se hizo perceptible, dio comienzo su ascensión hacia la montaña. Más tarde, el sol caería como una losa sobre su espalda. Al mirar hacia la cumbre, se tuvo que restregar los ojos, al ver emerger ante él una diosa.
Y debía serlo, ya que su brillo parecía provenir del Olimpo. Aquel rayo de luz le cegó por momentos, impidiéndole avanzar. Su mente enloqueció, y al pretender coger aquella visión, el hombre cayó por una grieta al vacío.

* Este texto ha sido seleccionado para la Antología de Microrrelatos "Porciones creativas" del concurso
"Pluma, Tinta y Papel"

sábado, 14 de julio de 2012

LA ESCENA


La ciudad de Santa Marta, situada en el departamento de Magdalena, había despertado aquella mañana, con un sol radiante tras una semana de incesantes lluvias. Sin embargo, el personal adscrito a la comisaría central de la policía, no iba a poder disfrutar de tan preciado lujo.

El centro registraba a tan temprana hora, una actividad un tanto febril. La causa era que se había recibido una llamada de urgencia, efectuada por un ciudadano. La denuncia recogía, la aparición de dos cadáveres en un terreno arcilloso, al sur de la ciudad. Hacia allí se había dirigido el comisario Carmona, con un pequeño ejército de agentes.

Los muertos, porque muertos estaban, de eso estaba seguro el comisario, yacían por los suelos abrazados, como si fueran dos amantes en una postrera demostración de amor. Sin embargo, había dos detalles que rompían aquel encanto.

En primer lugar, los cuerpos estaban justo al lado de una carretera, que tenía su final en una explotación de arcilla para ladrillaría. Los cadáveres se encontraban tirados sobre una cama de zarzas, de cuya ausencia de comodidad no le cabía la menor duda nadie; el segundo y más importante era, que toda aquella sangre que encharcaba el suelo a su alrededor, y eso lo demostraban todas las evidencias, era la sangre de ambos.

El comisario cómo si fuese un aficionado a los puzles, dio comienzo su trabajo de investigación. Las piezas le debían ayudar a encontrar, al o asesinos que se habían tomado la molestia de montar aquella escena de teatro.

jueves, 12 de julio de 2012

PRUEBAS CONCLUYENTES

El comandante de la guardia suiza observó desde la puerta del refectorio, el cuerpo sin vida de la joven monja. Pasaban algunos minutos de las doce, cuando Erik había recibido en su despacho la llamada de su ayudante. Todas las pruebas apuntaban a un intento de violación.

El cadáver se encontraba en el comedor, que obispos y cardenales hacían servir durante sus visitas a la curia, además de ser el lugar habitual de trabajo de sor Daniela.

En el sitio fueron encontrados: un botón de color morado, un pañuelo con las iniciales AP y una agenda con algunas páginas rasgadas. El lugar y las pruebas, apuntaban hacia alguno de los miembros eclesiásticos, que allí comían.

Estaba a punto de abandonar la escena, cuando por el pasillo apareció uno de los cocineros, con un carrito de alimentos. Éste al percatarse de que la policía se encontraba en el lugar, se aturdió aunque continuó avanzando en dirección al comedor. Al llegar a la altura de donde se encontraba Erik, éste observó que a la manga izquierda de la chaqueta le faltaba un botón, que debía hacer juego con el de la derecha, que era morado. El nombre bordado sobre el pecho (Antonietti Pisano), acabó por decidir al policía que éste era el asesino.

JUNTOS EN LA ETERNIDAD


Que el aforo del teatro estuviera al completo, indicaba que aquella iba a ser una noche especial. Infinidad de argentinos llegados desde diferentes puntos del país, se habían reunido allí, para asistir a la presentación de un nuevo espectáculo sobre el tango.

El murmullo de las conversaciones, que se encontraban en su momento más álgido, cesó en el momento que el sonido de un timbre, anunció a los asistentes que estaba a punto de dar inicio la función.

Las luces de la sala se fueron apagando lentamente, mientras que desde la parte superior de la platea, unos haces de luces de colores se proyectaron sobre el área escénica. Una vez abierto el telón, el público observó sobre el escenario cuatro parejas de bailarines, que al son de un bandoneón, cuyas notas tristes llenó de nostalgia al público porteño, comenzaron a bailar para los asistentes.

Los ojos de una de las bailarinas derramaban lágrimas a borbotones, como expresión de la tristeza que la invadía. Su pareja, ensimismado con el ritmo de la pieza, ni siquiera se percató. Cuando la música llegó a su final, el bailarín cayó fulminado sobre el escenario. El grito de la mujer hizo pensar al público en lo peor. Y así fue, el hombre había muerto.

Ahora, además del llanto la bailarina añadió a su rostro, una mueca de dolor. Ella sabía que aquello podía ocurrir, pero eso no aliviaba su pena. Las lágrimas habían desdibujado el carmín de sus labios y estas, resbalaban por su barbilla como un reguero de sangre.

El día después del entierro, a la misma hora en que los sepultureros sellaran la tumba, Elvira llegó al cementerio. Se despojó de la ropa que la envolvía, dejando ver su traje negro de baile. De pronto, de un cassette comenzaron a salir las notas de un bandoneón mientras, que la bailarina se deslizaba frente a la tumba de su amado al son de la música. Sergio, un joven enterrador, observaría durante muchas jornadas aquella escena, hasta que una mañana Elvira no apareció.

Dos días más tarde, una pequeña comitiva mortuoria paraba ante la tumba de Ismael. El dueño del teatro viendo que Sergio los miraba sorprendido, le preguntó:

—Joven ¿conocía usted a Elvira?

Éste asintió. Cuando la comitiva marchaba, un miembro del grupo se acercó y le dijo:

—Los hemos enterramos juntos, ya que eran amantes.

miércoles, 11 de julio de 2012

LA TÓRTOLA, EL NENÚFAR Y YO

Hay cosas que aunque pase el tiempo, siempre habitarán en nuestros pensamientos. Eso me sucede con la pequeña laguna situada en el centro del parque de la ciudad. Allí durante la migración, cada tórtolo de plumaje marrón que la visitaba, arrullaba constantemente a una única hembra; mientras, los nenúfares de flores blancas esparcidos por la superficie de sus aguas, navegaban en silenciosa deriva.
Al igual que las tórtolas, nuestras jóvenes hembras merecen ser tratadas con galantería, a la vez que amadas por sus parejas. A lo largo de todo el día y en la oscuridad de la noche, mis pensamientos siempre serán para mi tórtola.
Lucho para que el sueño no se apodere de mí, y así no dejar de sentir su proximidad. A veces he pensado, que si ella rechazara el amor que la ofrezco, la tristeza que inundaría el corazón podría hasta conducirme a la muerte.
Anochece… Ha llegado la hora de recoger algunos nenúfares de la laguna. Luego, colocados entre otras plantas, me servirán para adornar el jardín donde cortejaré a mi dama. Más tarde, ya sentados en el balancín haré poesía de sus encantos, mientras que hasta nuestros oídos, llegarán los sonidos melancólicos de diversas canciones de amor.
Si como he soñado despierto, llegase a posar mis labios en los suyos, creeré haber llegado por fin, a las puertas del paraíso.

LOCURA


Amanece. Sobre la línea azul del horizonte, se comienzan a dibujar los perfiles de las cumbres más altas del mundo. El sinuoso camino para alcanzar sus picos, es harto duro y difícil. El escalador sabe que una vez alcanzado su objetivo, se puede encontrar con que las nubes que surjan bajo sus pies, oculten los valles, la niebla prive la luz del sol hasta conseguir a veces, la sensación de que la noche se haya apoderado del lugar.
Sin embargo, como en cada montaña del universo, vive una diosa particular. Ésta aparece o se esfuma misteriosamente. Va vestida con pétalos de flores y el viento del oeste remueve los mismos, a riesgo de dejarla desnuda.
Sus jugosos labios dibujan una leve sonrisa, mientras que el destello de sus ojos, llegará al escalador en forma de promesa de amor. Éste a veces de manera impulsiva, se aventurará con prisas por llegar hasta ella.
No lograrán apartarla de su pensamiento, ni los truenos y relámpagos de la tormenta, ni las lluvias torrenciales. En todo momento, comparará su pureza a la del agua cristalina, que tomó de la fuente al inicio del camino. Su deseo de poseerla es tan fuerte, que irá aumentando a medida que se aproxima, el momento de conquistar la cumbre.
Transcurre la ascensión, sin embargo la diosa se mantendrá siempre a la misma distancia. El escalador decepcionado llegará a preguntarle:
— ¿Por qué te alejas de mi? ¿Es qué no deseas te conquiste?
La diosa no contesta. Pero su sonrisa aun es mayor, cuando los rayos que desprende su mirada hacen al escalador perder la razón. Éste tiende su mano para alcanzarla y lo único que consigue, es caer por la grieta del glaciar hasta lo más profundo del mismo.


jueves, 24 de mayo de 2012

LA TERCERA ORILLA (Cuento de Joaô Guimarâes


Me permito a modo de ejercicio de síntesis ofreceros un excelente cuento:

La voz narrativa de este cuento es la de un hijo. Éste relata en primera persona, el momento en que el padre les abandona y el posterior seguimiento que hace de él y de los sucesos relacionados con éste.
Todo comienza, cuando un hombre que a lo largo de su vida ha sido un excelente cumplidor en todas sus facetas, toma la decisión de construir una canoa pequeña, con una sola tablilla para el remero.
La esposa no entiende que su marido, que ni siquiera es pescador, se dedique a esa construcción. Sin embargo, el hombre se mantiene en silencio y no da explicación alguna.
Relata el pequeño, que próximo a la casa existe un río navegable cuyos márgenes son tan anchos, que no permiten ver la otra ribera.  
En el transcurso de la narración afirma, que él no podrá olvidar nunca el período de tiempo que alcanza, desde el inicio de la construcción de la embarcación hasta que esta estuvo lista.
Un día el hombre, sin mostrar ninguna emoción, toma un sombrero y brevemente dirige una despedida a todos. No toma fardo alguno ni da ningún tipo de recomendación. La esposa, a pesar de su palidez, le grita con todas sus fuerzas que no vuelva nunca más. El hombre sin responder hace una seña al pequeño para que le siga. A pesar del miedo a la reacción de la madre, éste le sigue.
El chico pide a su padre que le lleve con él. Pero éste se vuelve para darle la bendición y le manda de regreso a la casa. El padre se instala en la canoa y esta comienza a deslizarse por las aguas del río. El hombre no regresará a pesar de instalarse en medio de los espacios del río, sin salir para nada de la canoa.
Todos, aunque nadie quiera decirlo, consideran que se ha vuelto loco. También piensan, que cuando los alimentos que lleva en la embarcación escaseen, se dará al traste la idea de permanencia indefinida en la embarcación. Pero se engañan.
El chico le lleva a menudo algunos alimentos, que la madre deja a la vista de éste de manera disimulada. Pero el hombre sólo coge algo de vez en cuando.
Familiares, el cura y hasta los soldados acuden al lugar con ánimo de hacerle desistir de tal vida. Todo resulta inútil, pues él que conoce el río a fondo, se oculta de ellos. Nadie entiende como aguanta noche y día, aguaceros, frío, y el fuerte sol que cae sobre el lugar, sólo resguardado por aquel sombrero viejo. Nunca más pisará tierra y sólo para el momento de dormir amarraba la canoa en algún islote de la corriente.
El relato va siguiendo los acontecimientos familiares y como éstos pretenden, que aunque sea desde la lejanía, tenga contacto visual con ellos, pero todo es inútil. El hombre se vuelve barbudo y greñudo, con las uñas crecidas, débil y flaco, ennegrecido por el sol y con la pelambrera con aspecto de alimaña, casi desnudo...
Llega un momento en que cada uno de los miembros de la familia van tomando otros caminos y el único que queda en el lugar es el hijo. Éste se pregunta, si él será el culpable de aquella situación. El tiempo va transcurriendo y el hijo comienza a notar, que la vejez le está invadiendo. Cada vez con más frecuencia tiene achaques de reumatismo y las fuerzas le están abandonando.
También se pregunta, si se estará volviendo loco, aunque en su casa esa palabra nunca se mencionó y a nadie habían condenado por loco. Dentro de ese preguntarse fue madurando una idea. Se fue a la ribera del rio y con un pañuelo hizo señales. Al final apareció el padre, sentado en la proa de la embarcación.
Le llamó unas cuantas veces y cuando supo que le prestaba atención, le manifestó lo que se había jurado y acordado. Le recordó su vejez y que ya había cumplido lo suyo, que era hora de regresar, después acordarían la sustitución. Él tomaría el puesto de su padre.
Sin duda el hombre le escucha ya que pone la proa de la embarcación hacia donde está su hijo. Pero éste tiene la sensación de que la figura que ve, viene del Más allá. Al hijo le sacude tal miedo, que los cabellos se le erizan y de pronto huye del lugar de un modo desatinado. Ahora se avergüenza y pide perdón de manera repetitiva. El hondo sentimiento del miedo sufrido, le lleva a enfermar. Nadie más supo del padre.
Sin embargo, es el momento de preguntarse y saber de su hombría, después de tamaña traición. Es el momento en que le toca quedarse callado. Sabe que es tarde y teme perder la vida en los caminos del mundo. Sólo pide que por lo menos cuando le llegue la muerte, le agarren y le depositen también en una canoíta de nada. Luego, puesto sobre aquella agua que nunca se detiene, él también navegará entre las anchas orillas, río abajo, río afuera, río dentro de aquel río.

jueves, 17 de mayo de 2012

ALMA Y SUS SUEÑOS


Cuentan, que Isla Esmeralda era uno de los reinos más ricos que se conocían, de entre todos aquellos que se encontraban esparcidos por las inmensas aguas de aquel Océano. Además de una situación privilegiada, tenía como principal actividad la explotación de las minas de esmeraldas, de cuyas profundidades extraían gran cantidad de riquezas. De la comercialización de su producto dependía la vida de sus moradores.
Por la época de esta historia, gobernaba aquellas tierras la reina Salima, mujer de una belleza extraordinaria. El problema surgió al cabo de los años, cuando ésta se enteró de la existencia de una muchacha (llamada Alma) que era hija de un prohombre del reino. La joven competía en belleza con ella. Salima, envidiosa de aquel encanto que apagaba el suyo, mandó a escondidas a tres de sus mejores guardias, que la raptaran y la llevaran a lo más hondo de una de las minas cercanas al acantilado.
Los soldados, que habían escuchado las mil y una leyenda que sobre aquella mina de esmeraldas se contaban (entre ellas, la de que en su interior se refugiaba un dios con cuerpo de dragón), abandonaron a la joven en medio del frondoso bosque, que había en las proximidades.
Sabedores de la crueldad que representaba su acción, la explicaron con lágrimas en los ojos, que su reina les había dejado claro que debían matarla, por lo que si intentaba regresar a la ciudad, se verían obligados a cumplir la orden.
Así que, cuando los soldados marcharon, Alma se encontró sola y perdida en aquellos parajes. Sus pensamientos fueron para su familia. Ella era la hija pequeña de un noble del reino y tenía cinco hermanas. Suspiró al pensar, que sus padres la estarían buscando en ese momento, aunque dudaba que la pudiesen encontrar.
El silencio que reinaba en el lugar, sólo era roto por el acompasado sonido de copetones, petirrojos y mirlos, pájaros que habitaban en las copas de los mil y un árbol que allí había. La joven caminó durante horas, hasta que el cansancio la obligó a parar. Se recostó sobre las raíces de un roble y quedó dormida.
Navegando por las brumas del sueño, se encontró de pronto ante las puertas de un palacio situado en medio de la espesura de aquel bosque. La joven dirigió sus pasos hacia la entrada y vio como esta se encontraba abierta. Entró y quedó sorprendida al ver el lujo que había en su interior. Decidió esperar para ver si alguien salía a su encuentro y al comprobar que no era así, se dispuso a recorrer sus diversas estancias.
En el salón había dispuesta una mesa, con toda clase de viandas preparadas para ser consumidas. Notó como su estómago la indicaba, que hacía horas no había comido nada, así que ni corta ni perezosa se sentó a la misma, y degustó algunos de los manjares. Bebió zumos de diferentes frutas y sintió como poco a poco, el hambre se apagaba y la invadía un cierto sopor. Así que se levantó y subió hasta el piso superior buscando una habitación.
Entró en la cámara principal, donde encontró una cama inmensa bajo un lujoso dosel. Las ropas que la cubrían eran de una gran exquisitez; los suelos estaban cubiertos de alfombras, mientras que las paredes lo eran de bellos y trabajados tapices. Un tocador con espejos, cepillos de plata para el pelo y una lujosa caja de joyas sobre un pequeño mueble, eran parte de su lujoso mobiliario. Se tumbó y al rato quedó dormida.
La sombra deforme, que se hallaba oculta tras las cortinas, al contemplar la belleza de Alma sintió los pálpitos de su corazón tan fuerte, que al igual que en otras ocasiones, aquél perdió su gruesa piel. Ella no supo cuando, pero notó como alguien se tumbaba a su lado. Intentó abrir los ojos, pero fue en vano. Una dulce melodía comenzó a llegar hasta sus oídos. Eran palabras de amor, expresadas con una dulzura desconocida por ella hasta ese momento, y que ya en su interior acabaron por excitarla. Mientras, el contacto con aquel cuerpo incendiaba y alimentaba la pasión.
Aquella sombra que se había alojado sobre ella, se separó un momento. Luego, notó como unas manos suaves la despojaban de sus ropas, dejándola desnuda. Seguidamente volvió a sentir el calor de aquel cuerpo, que al penetrar en el suyo la poseía.
Al amanecer despertó sobresaltada. Su cuerpo desnudo estaba cubierto por las finas ropas de la cama. A su lado no había nadie. Vestida de nuevo, bajó al comedor de la noche anterior. La mesa se hallaba de nuevo dispuesta con comida y frutas recién cogidas.
El día transcurrió en la más completa soledad, a excepción de la visita de las numerosas aves que se posaban cerca de ella. Ésta las miraba con tristeza y les echaba migas de pan para que comieran.
Cuando de nuevo llegó la noche, volvió a tenderse sobre el tálamo y ya acostada, notó como su amado volvía a estar a su lado. Se sintió feliz.
Al alba, nuevamente éste la había abandonado. Se preguntó que motivos tendría para ello, ya que según él la había dicho, el placer que le producían los encuentros era idéntico al suyo. Ahora ante la separación,  la invadió una inmensa tristeza.
Los días y las noches se sucedieron con idéntica simetría, hasta que en uno de sus encuentros se atrevió a decirle, que le gustaría poder ver a su familia. Notó una leve convulsión de la sombra, que se hallaba tumbada sobre su cuerpo. Sin embargo, aquella voz suave que solía mecerla le dijo:
—Podrás verlos aquí con una única condición: no harás caso a las propuestas que éstos te insinúen.
Así fue como días más tarde, recibía la visita de su familia al completo. Las hermanas envidiosas de la felicidad de Alma, no pudieron estarse de dejar caer la duda sobre el desconocido.
—Si no se deja ver, debe ser un monstruo. Si no, no lo entendemos…
Aquellas palabras calaron en la joven creando en ella una gran duda. Él se sintió traicionado y a causa de la desazón que le produjo, volvió a transformarse en el dios dragón que habitaba en la profundidad de la mina.
Alma despertó agitada del sueño que había tenido. No recordaba jamás haber sentido, lo que durante su sueño había ocurrido. Miró sus ropas, y vio que eran las mismas que llevaba cuando la abandonaron los soldados. Buscó con la mirada el palacio y vio que este no estaba allí; no había nada. Continuaba sentada sobre las raíces del roble, donde el miedo y el cansancio la habían obligado a sentarse.
Se levantó y comenzó a andar por entre aquellos tupidos árboles, que sólo permitían pasar levemente los rayos del sol. Vagó durante horas sin que ocurriese algo que la sorprendiera, hasta que ante si apareció la cima de la montaña, donde supuestamente se encontraba el lugar, donde tenían que haberla abandonado los soldados de la reina.
Cuando estuvo cerca de la entrada, oyó un rugido intenso y recordó las palabras del soldado cuando éste la indicó, que allí habitaba un dios con cuerpo de dragón. De pronto, sintió que las fuerzas la abandonaban y se refugió entre unas rocas. Estas la protegerían ante el ataque de cualquier animal. Nuevamente se sumergió en su sueño.
Volvió a encontrar el palacio de su amado. Sació su hambre con los ricos manjares y calmó su sed al beber aquellos zumos deliciosos. La noche se extendió sobre el lugar y ya dormida sintió las caricias esta vez de unas manos deformes. Sobresaltada abrió los ojos y parpadeó sucesivamente para aclarar su visión. Allí estaba el dragón de la mina. Quiso huir pero algo se lo impedía.
El dragón comenzó a hablar y el sonido de su voz era para Alma, el mismo que la meciera durante tantas noches en el palacio.
—No temas, no voy a hacerte daño ¿Recuerdas las noches que hemos pasado juntos? —la preguntó.
Ella asintió. Luego lo miró y se percató que sucedía algo raro. Cuando sus pensamientos la llevaban a recordar los sucesos de aquellas noches, en que la sombra se había recostado sobre ella, veía a un dios con una belleza extraordinaria; pero cuando miraba al dragón y su fealdad y recordaba las palabras de sus hermanas, sentía como si el mundo fuera a desaparecer.
— ¿Me das un beso? —La preguntó el dragón.
Alma pensó que no tenía nada que perder, puesto que aquel ser no la había infligido mal alguno. Se acercó a él y besó su cara. Cuando abrió los ojos para separarse del monstruo, contempló la metamorfosis que se había producido. Era el dios Eros, que con una sonrisa burlona la abrazaba.
Como si aquello fuese una señal, juntos surcaron el espacio en busca del Olimpo, llevados por Céfiro (dios del viento del oeste).
Alma no regresaría nunca más a Isla Esmeralda, ya que Eros obtuvo de Júpiter, el permiso para que ésta viviera con él en el Olimpo. Mientras, Eros nunca más sería el dragón infame que asustaba a la gente del lugar, cuando a causa de las traiciones sufridas, se convertía en un dios dragón. El amor verdadero de una mortal como Alma, lo había salvado.
Contento los dioses, de que al final Eros hubiese conseguido el amor de Alma, permitieron a ésta beber la ambrosía, convirtiéndose de esa manera en un ser inmortal. 

viernes, 27 de abril de 2012

MI PRIMER LIBRO ELECTRÓNICO

Después de publicar, ¿Qué nos dice la Biblia, El Contador de Historias y El Contador de Historias II en papel, llegaba el momento de publicar la colección de relatos cortos "Déjame que te cuente" . Aunque inicialmente lo preparé para la edición tradicional, he decidido efectuarla en E-book, y para que llegue a la mayor cantidad de gente, GRATIS. 
Si estáis interesados en su lectura, podéis solicitar el archivo a:   olid1941@live.com  
El propósito es llegar a los mil lectores. Gracias a todos por vuestro seguimiento. 

jueves, 19 de abril de 2012

ATARDECER EN LA PLAYA

El sol ya iba en busca del horizonte para ocultarse, cuando decidimos bajar a la desierta playa. Con la elegancia que te era propia, retiraste la ropa que cubría tu cuerpo y te tumbaste sobre las calientes arenas de aquel atardecer.
Los últimos rayos que todavía iluminaban el lugar, me permitieron contemplarte en todo tu esplendor. Al mirarte, no pude por menos de fijarme en los exuberantes senos, que sobresalían por encima de una extensa planicie.
Mi mano, al acariciar el contorno de tu vientre, provocó un leve estremecimiento en tus piernas, que acabó por dejar al descubierto la selva negra que cubría tu sexo.
Extendiste tus manos hacia mí incorporándome a tu interior, mientras yo saboreaba el infinito placer, que sólo tú podías ofrecerme.

*Seleccionado en su versión más breve para la Antología de "Pluma,papel y tinta"

EL SILENCIO

Eduardo penetró, en el frondoso bosque, que se hallaba situado en las cercanías del río de su vida. Buscaba el silencio necesario para restablecer su propia armonía.
Al avanzar por entre las columnas de robles, hayas, chopos, y abedules, notó como se interrumpían las hermosas sinfonías, que producían las criaturas que allí habitaban.
Sobre el bosque cayó un largo silencio, que caló en su interior. Aspiró con fuerza el oxígeno que desprendían las plantas y aquel aroma le sumergió en sus dudas, quebrantos, y tantas cosas que le agobiaban, para las que intentaba encontrar una respuesta satisfactoria.
Vació su alma y al hacerlo, encontró los motivos para poder encarar la vida con alegría. Con el espíritu ya más sereno, volvió a escuchar el canto de los petirrojos, copetones y mirlos, mientras sobre una rama, un búho con su mirada fija lo contemplaba todo. Al atardecer en el bosque, se oiría el grito del pavo real durante su cortejo a la hembra.
Que los sonidos del bosque hubiesen vuelto a la normalidad, le indicó que el silencio logrado en su interior, había sido una magnífica forma de hablar consigo mismo.
Sólo los árboles continuaron en silencio. Sólo el rumor de las ramas, al mecerse con el viento, nos darían señales ciertas de una vida intensa, pero muy silenciosa.





jueves, 12 de abril de 2012

LA SEMANA SANTA (Reflexión)

Ya se han apagado los últimos ecos de la Semana Santa y es la hora de la reflexión. Durante una semana hemos tenido, aunque en menor cantidad que otros años, el quejido de las trompetas y tambores, que junto con el cante de saetas durante las procesiones, han llenado de sonidos no habituales los aires de nuestro país.
¡Y ahora que! La celebración y recuerdo de los hechos acaecidos hace más de dos mil años allá en Jerusalén, ¿nos sirven para algo?
Si a Jesús, aquel que fuera condenado a morir en la cruz, lo desvestimos de sus dones divinos, sólo nos queda el hombre. Un hombre al que llamaríamos santo al contemplar su entrega a los demás, sin importarle el precio a pagar por tan inusual valentía.
Para los no creyentes, la cruz fue una derrota. Para los creyentes sólo fue el paso para la Resurrección y por lo tanto para la VICTORIA.
Al mirar a las gentes que circulan por las calles de nuestra ciudades, observamos sobre sus espaldas cruces parecidas a las de Jesús. Madres con hijos enfermos, parados sin poder llevar el sustento a sus casas, matrimonios desavenidos cuyas vidas se convierten en infiernos, hombres y mujeres a los que les falta la esperanza…
Se podría seguir con un listado extenso de dificultades, que hoy día son las cruces de nuestra humanidad. Sin embargo, un observador inquieto percibe una cierta diferencia entre una persona creyente y otra que no lo es.
El que se dice ateo o no practicante, se enfrenta a las adversidades de la vida, con la sensación de impotencia que da el no encontrar un motivo sólido para continuar soportándolas. El creyente por el contrario, asume que es causa de su naturaleza y espera en todo caso, la Resurrección. Esa esperanza que le llena, le ayuda a soportar el dolor, la enfermedad y como no la muerte física.
¡Buena Pascua a todos!





miércoles, 14 de marzo de 2012

LIBRO DE AMOS (LAS VISIONES)

1ª Visión: Las langostas

7, 1-3 El Señor Yahveh me dio a ver esto: He aquí que criaba langostas, al tiempo que comenzaba a brotar la hierba de primavera, que venía después de la siega del rey. Estas iban a acabar de devorar el verdor de la tierra. Yo dije:
¡Oh Señor Yahveh ten piedad! ¿Cómo va a sostenerse Jacob, siendo tan pequeño?
Y Yahveh se compadeció por esto: —No será así, dijo Yahveh.

2ª Visión: La sequía


7, 4-6 Esto me dio a ver el Señor Yahveh: He aquí que Yahveh se aprestaba a castigar con fuego; fuego que había de devorar el gran abismo e iba a consumir la heredad. Yo dije: ¡Señor Yahveh, cesa por favor! ¿Cómo va a sostenerse Jacob, siendo tan pequeño?
Y Yahveh se compadeció por esto y dijo: —Tampoco será esto.


3ª Visión: La plomada


7, 7-9 Esto me dio a ver el Señor Yahveh: He aquí que un hombre estaba junto a una pared con una plomada en la mano. Y me dijo Yahveh: ¿Qué ves Amós?
Yo respondí una plomada. El Señor me dijo entonces: He aquí que yo voy a poner una plomada en medio de mi pueblo Israel. Ya no le perdonaré más tiempo.
Serán devastados los altos de Isaac, asolados los santuarios de Israel, y yo me alzaré con espada contra la casa de Jeroboam.


4ª Visión: La canasta de los frutos maduros


8, 1-3 Esto me dio a ver el Señor Yahveh: He aquí que había una canasta de fruta madura. Y me dijo Yahveh: ¿Qué ves Amós?
Yo respondí: “Una canasta de fruta madura”
Y Yahveh me dijo: ¡Ha llegado el fin a mi pueblo Israel! No le perdonará ya más tiempo. En aquel día se trocarán en lamentaciones los cantos del Templo - oráculo del Señor Yahveh- muchos serán los cadáveres, que en silencio se arrojarán en cualquier lugar.


5ª Visión: Caída del santuario


9, 1-4 Vi al Señor en pie junto al altar, que dijo: ¡Rompe los capiteles y que se desplomen los umbrales! y abátelos sobre las cabezas de todos ellos, y a los que queden los mataré a espada: Nadie se salvará huyendo, nadie podrá escapar.
Si fuerzan la entrada del seol, mi mano de allí los sacará; si suben hasta el cielo yo los haré bajar de allí; si se esconden en la cumbre del Carmelo allí los buscaré y los agarraré; si se ocultan de mi vista en el fondo del mar, allí mismo ordenaré a la serpiente que los muerda; si se van al cautiverio delante de sus enemigos, allí ordenaré a la espada que los mate, pondré en ellos mis ojos para mal y no para bien.


COMENTARIO


Amós está considerado como un profeta de ruptura. Sabía que la corrupción había llegado a extremos insospechados y que la única solución era cortar de raíz (como el árbol dañado), para que naciera una nueva semilla.
En las dos primeras visiones, Dios manifiesta su voluntad de castigar a su pueblo con una plaga de langostas y una sequía. Amós intercede alegando la pequeñez de Jacob (el pueblo) y Dios le concede la suspensión del castigo.
La tercera y cuarta visión recogen el hecho de que ante la falta de voluntad del pueblo de cambiar de actitud, Dios no está dispuesto a perdonar ninguna infidelidad más.
La quinta denota la misma idea. Sin embargo, la imagen propuesta es distinta: terremotos, catástrofes y persecución del mismo Dios.
Amós además de anunciar los castigos divinos, explica al pueblo los motivos que impulsan a Yahveh a castigarlos.
En su denuncia, les hace ver una serie de pecados. De entre estos destacan cuatro: El lujo, la injusticia, el falso culto a Dios y la falsa seguridad religiosa.


ASPECTOS LITERARIOS


En primer lugar señalar que el Libro del profeta Amós es de una extensión limitada. Si bien, pese a esta limitación recoge la mayoría de los diferentes géneros literarios.
Centrándonos en el texto de las visiones, vemos que su redactado es en primera persona.
A resaltar:
Las cuatro primeras visiones comienzan con la misma fórmula “Esto me dio a ver el Señor”.
Las visiones están emparejadas manteniendo la similitud en los rasgos.
Las dos primeras el objeto de la visión (la langosta y el fuego) es de castigo y el profeta intercede y le es aceptada la súplica.
La siguiente pareja de visiones, el objeto que se hace servir en la visión no es negativo en sí mismo (la plomada y los frutos maduros); se sustituye la intercesión por la afirmación “ya no pasaré de largo”
La quinta es diferente a todas. El terremoto provocado por la presencia de Dios o una guerra de la que no podrá huir nadie, nos muestra la omnipresencia de Dios en la vida de su pueblo.
Pero a pesar de todo ello, el Señor no apartará su vista del pueblo aunque sea para mal.


ASPECTOS TEOLÓGICOS


La visión es un equivalente simbólico del oráculo profético. Las dos primeras visiones tienen en común la figura del profeta intercediendo ante Dios. En el centro de las mismas el relato de lo que podría ser un episodio trágico para la agricultura: la invasión de langostas y la sequía.
Estas plagas fatales para los cultivos pueden verse como un paradigma de los ejércitos invasores.
En la tercera visión, se hace referencia a “la plomada”; puede referirse a los desequilibrios que Yahveh encuentra tanto en la sociedad como en los aspectos religiosos. Es un aviso de destrucción de todas las estructuras socio-políticas injustas.
Una cuarta visión recoge un anuncio idéntico de juicio y castigo. Cuando el fruto está maduro, la estación está a punto de terminar o la proximidad del invierno está en el horizonte.
La madurez es el preludio de la vejez y la podredumbre. El gozo se transformará en llanto, el canto en silencio, la vida en cadáveres.
El juicio de Dios es inminente.
La misma imagen dolorosa y desgarrada de la vida se contempla en la quinta visión. El santuario de Betel símbolo del culto impuro y sin vida es hundido.
La ruina y la destrucción son el binomio sobre el que se basa esta visión.
El juicio divino es implacable; no es posible sustraerse a la presencia que acecha por todas partes. Dios.













lunes, 12 de marzo de 2012

LAS FORMAS ACTUALES DE IDENTIDAD RELIGIOSA

Todos aquellos que hemos rebasado los sesenta años, hemos podido comprobar como con el tiempo, el tema religioso ha sufrido un vuelco en nuestra sociedad. Desde estas líneas intentaré ofrecer aspectos que han modificado la práctica religiosa, tal como nosotros la conocimos.
Esta síntesis está planteada en dos partes:
Una de tipo general: Ideas que son compartidas por la mayoría de los análisis, sobre el contexto religioso.
Una segunda: donde se plantea profundizar la práctica y la identidad religiosa, a partir de la obra de Hervieu-Léger.


INTRODUCCIÓN


Características de la modernidad tardía en lo que se refiere a las creencias religiosas:
—Reivindicación y ejercicio masivo del derecho de los individuos a coordinar personalmente “los pequeños” sistemas de significación, que les permite dar sentido a sus vidas.
—El derecho a escoger libremente, las referencias de las diferentes tradiciones u opciones, para configurar su opción de credo.
Todo ello, ante el derrumbe masivo de los dispositivos institucionales de transmisión de creencias, que aseguraban la reproducción de identidades religiosas comunitarias, y su relación con identidades, sociales, familiares y locales estables.
La modernidad religiosa se caracteriza por un doble movimiento: Individualización y Pluralización de las prácticas religiosas.
Se puede hablar de un “nuevo régimen de verdad religiosa “: La verdad subjetiva.
A este nuevo régimen de “religiosidad” nos podemos aproximar mediante las fórmulas:
—Persona que cree, sin que esta creencia esté determinada, autorizada por ninguna institución, ni tenga una pertenencia estable.
—Representa a toda aquella gente que utiliza la religión y las instituciones pero no comparte dogmas, ni moral etc…sin embargo le es útil en algunos momentos de la vida. (Rituales de paso).
En este contexto nos encontramos con la paradoja, de que cada vez tenemos más autonomía decisoria sobre nuestras creencias y pertenecías, al tiempo que crecen las dificultades, lo que nos lleva a vivir en una incertidumbre constante.
El mundo, la vida, la sociedad y la identidad personal están cada vez más cuestionados. Los valores, las creencias, las normas, las actitudes dadas por descontado y en base a las cuales las personas edificaban su vida, están siendo cuestionados por el multipluralismo y cada cual se debe apañar en su ámbito privado.
La crisis “estructural de sentido”, la relativización y la “descanonización” de los sistemas de creencias y valores, hacen que los sistemas de interpretación sean aplicables con toda su crudeza en el ámbito religioso.

SEGÚN HERVIEU-LÉGER


a) Mediante la metáfora del peregrino y el convertido la autora se sirve de estas figuras para dar una explicación sobre los cambios y las nuevas formas de identificación religiosa.
El peregrino es la figura (el tipo ideal) opuesta al practicante entendido en su forma tradicional. Pertenencia estable y formal a una institución religiosa con una línea creyente clara y explícita.
La figura del peregrino es el intento de pensar en la religión a partir de la idea del movimiento, movilidad de las pertenencias, dispersión de los creyentes, inestabilidad de los grupos o comunidades.
Cuando la autora aborda esta figura lo hace desde un doble sentido:
• movimiento en el sentido de la fluidez de los itinerarios “espirituales” de cada persona, de acuerdo a un modelo de identificación religiosa basado en la movilidad y en la asociación temporal.
• Y movimiento también, en el sentido de la respuesta al imperativo de autoproducción de significaciones a partir de las propias experiencias.
El tema del control o no institucional, es la clave de esta distinción entre tipos ideales.
El peregrino, es aquel para quien todo es extraordinario porque no tiene dados por descontado que le sean propios. Todo se elige en camino, tiene unas prácticas unas creencias y unas pertenencias religiosas que “peregrinan”.
La figura del convertido (tipo ideal)
En el momento de máxima debilidad, del poder regulador en tema religioso por parte de las instituciones y de la mayor crisis de las identidades religiosas heredadas, es cuando las conversiones tienen mas fuerza.
“El convertido” es alguien que “escoge” su identificación religiosa, sus creencias, prácticas, comunidad etc…
Señala tres itinerarios diferentes:
-El convertido como aquel que cambia de religión
Deja una identidad religiosa heredada y asumida, una línea creyente, para escoger otra.
-El convertido como aquel que sin haber pertenecido nunca a una tradición religiosa, descubre después de un camino personal más o menos largo, una tradición religiosa a la que se adhiere.
-Un tercer itinerario sería la de aquel que se (re)convierte en el interior de una tradición religiosa.
Pasa de una identidad “formal” a una decidida y vivida como tal.
Estos tres pasos pretenden presentar el carácter elegido, contingente y precario de las identificaciones y prácticas religiosas, en nuestro contexto actual.
b) La subjetivación de las creencias: las validaciones mutuas del creer.
Según la autora, el proceso de subjetivación de las creencias religiosas no se acaba con el consumo personal o colectivo de productos simbólicos disponibles: hay una búsqueda por parte de los creyentes para dar sentido a la experiencia personal, incluso cuando esta demanda de sentido ya no puede validar las creencias individuales.
Estas aportaciones de la autora son importantes dado que cuestiona opiniones que describen las identificaciones religiosas actuales, sobre todo de los jóvenes.
Las personas que creen, buscan ir dando sentido, una significación personal a aquello que creen, y por lo tanto están “puestas” en un proceso de búsqueda, de aprendizaje, de repensar aquello que creen y como lo expresan, sin que esto tenga que significar que en esta busca no haya “consumos religiosos” o tenga que ser una búsqueda incesante o llena de angustia.
Este proceso de búsqueda de sentido necesita espacios que den ocasión al intercambio, a la comunicación de las propias prácticas de creencias y al intercambio. Podríamos llamarlos espacios de “validación mutua de las creencias”.
Una frase que recogería este juego de reconocimientos sería: Aquella creencia, práctica, opción, valor etc. que tiene sentido para ti, también lo puede tener para mi.
En esta necesidad de espacios destinados al intercambio y reconstrucción de “las validaciones mutuas del creer” podemos encontrar dos tendencias:
1- Validación mutua del creer: Grupo y redes (fluidos y móviles) que agrupan creyentes que se eligen mutuamente, donde hay una comunicación e intercambio subjetivo de las experiencias y de los testigos que aseguran a cada cual confirmación del sentido compartido.
Movilización importante de recursos sociales y relacionales y culturales que llevan a un cansancio de “ser uno mismo”
2- Validación comunitaria del creer: Se basaría en la constitución localizada de enclaves protegidos que ofrecen a los individuos un marco de significación cercano a sus problemas cotidianos, así como la reactivación regular de un sentimiento de pertenencia. Se acercaría aun sectarismo.
La demanda es más visible en los jóvenes, que se concreta en la necesidad de espacios afectivos (comunidades) donde pueden compartir, reconstruir esas creencias individuales y validarlas.
La autora destaca el cansancio de esa lucha por disfrutar de la necesidad de elegir, reconstruir las creencias, las prácticas los sentidos, las opciones y los sistemas de valores y a la vez a partir de eso tomar posicionamientos continuados.
En estos espacios de validación cada uno aporta su experiencia de vida reflexión, prácticas de sentido etc. pero es imprescindible que entre ellos haya una relación que permita expresar y compartir esto (espacio afectivo) a la vez que hace falta algo que se pueda compartir. No existen unos contenidos elaborados previamente desde una institución.
Así pues todo el contenido que hay en el intercambio y el proceso de validación mutua de creencias, valores etc. se comparten a partir del que yo soy y de lo que el otro vive.
Pero eso que parece tan sencillo necesita poderse hacer. Que cada cual sea (algo) que cada cual tenga algo que aportar.
La situación plantea una fragilidad importante, ya que en este proceso se cuestionan algunas creencias, valores o prácticas, pero no están cuestionándose opciones tomadas en el Vaticano sino, que se está cuestionando aquello que da valor a mis creencias.


RESUMEN PERSONAL
Los valores, las creencias, las normas y las actitudes dadas por descontado y que formaban parte de los elementos que servían al individuo para construir su vida han desaparecido.
La nueva situación nos plantea dudas y tal vez para alguno una pérdida total de confianza para seguir una religión.
La exposición del tema, tanto por parte del “profe” como de la autora Herviu-Léger, nos ofrece una visión de la situación y nos plantea diferentes caminos.
Sin embargo, es desde nuestra propia autonomía que debemos afianzar nuestras creencias y pertenencias creando los soportes necesarios para localizar “pequeños sistemas de significación” que nos permitan encontrar un equilibrio y dar sentido a nuestras vidas.
Con una metáfora la autora expone desde su punto de vista, dos opciones que ayudan a dar una explicación, sobre los cambios y las nuevas formas de identidad religiosas.
El peregrino, como el individuo que todo le es extraordinario, ya que no está afincado en ningún aspecto y todo lo elige en camino y hasta sus pertenencias religiosas “peregrinan”.
La figura del convertido, ese alguien que “escoge” su identificación religiosa, sus creencias, prácticas, comunidad etc…
Dicha figura tiene tres caminos posibles:
-Bien deja una identidad religiosa con todas sus consecuencias para abrazar otra.
-Puede ser aquel que sin haber pertenecido nunca a una tradición religiosa, descubre a lo largo del itinerario más o menos largo una tradición religiosa a la que se adhiere.
-Y un último camino sería, el de aquél que perteneciendo en la ‘forma’ se convierte en el interior de una tradición religiosa.
Sabemos que será difícil sino imposible, volver a la seguridad anterior, por lo que debemos tomar una opción e implicarnos en ella con todas sus consecuencias.


Bibliografía:


Las formas actuales de identidad religiosa Autor Jordi Collet


Obra de Danielle Hervieu-Léger

lunes, 13 de febrero de 2012

EN EL PARQUE...

Parado ante el monumento a Cristóbal Colón, el anciano contempló curiosamente el conjunto de la escultura y su recinto, exclamando para sí ¡Cuánto ha cambiado el lugar!  Los jardines, que ahora rodeaban la estatua, no permitían a los más pequeños jugar al escondite como en el pasado.
Durante unos instantes, regresaron las imágenes de aquellos tiempos, que jamás volverían. Sí, allí fue donde por primera vez, experimentó el cálido sabor de un beso.
Ocurrió en el parque, mientras los padres de ambos intentaban aliviarse del riguroso calor veraniego. En su interior sintieron la quemazón de un fuego intenso, al tiempo que de sus labios brotaban promesas eternas de amor, que ni los vaivenes de la vida podrían borrar.
Cuando callaron, sus bocas se unieron en un largo beso. Pero la vida es dura y aquel incipiente amor, murió casi sin llegar a florecer. Una simple nota bastó, para ahogarlo en lágrimas.

sábado, 11 de febrero de 2012

AUSENCIA

Desperté de mi sueño. Al hacerlo, no encontré motivo alguno para vivir. Tú ausencia, me recordaba a cada instante lo mucho que te quería.

viernes, 6 de enero de 2012

¿TE ACUERDAS AMOR COMO NOS CONOCIMOS?

Fue una fría tarde de diciembre. Al entrar en el local donde nos solíamos reunir, el sonido de una voz desconocida para mí, me hizo buscarte con la mirada. Cuando al fin te vi, me estremecí al creer estar viendo un ángel. Luego, al fijar mis ojos en los tuyos, supe enseguida que seríamos el uno para el otro. Cuando pasado el tiempo, decidimos unir nuestras vidas para siempre, sellaríamos nuestro compromiso con un primer beso.






Publicado en el libro colectivo “CACHITOS DE AMOR”