Todavía hoy día, cumpliendo con la tradición, algunas esposas acompañadas por la prole, se instalan en las casas de veraneo, tan pronto los hijos comienzan vacaciones en el colegio. Una de ellas, al llegar al lugar y comprobar que las temperaturas eran altas, decide llamar al esposo que ha quedado en la ciudad buscando trabajo.
─Manolo, el calor aquí es agobiante, no sé como lo podremos combatir.
No te preocupes amor, yo te llevaré un ventilador.
Gracias cariño, no esperaba menos de ti.
¿Dónde querrás que lo instale?
En la habitación estaría muy bien.
¿No recibirás demasiado aire?
Espero de ti que me cubras.
Amor soy tu mejor manta.
Eso de manta es verdad, porque ¿cuando encontrarás un trabajo?
¿Tú amor no es un poco interesado?
Te equivocas cariño. Interesado es el tuyo, dado que yo pago las cuentas.
Ya ves donde nos conduce un ventilador. Sabes qué, te traeré un abanico de los de antaño, para que te refresques.
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