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martes, 22 de octubre de 2013
RELIGIÓN Y POLÍTICA II
En el anterior capítulo hemos visto la evolución que la Teología hace de su relación entre política y religión.
Desde la antigüedad se han distinguido dos hechos diferentes. Por un lado la Política como una teoría de la sociedad civil ordenada, cuyo objetivo es que ésta esté dirigida a obtener y facilitar el máximo bienestar o bien común a todos los seres humanos.
La Teología como doctrina de la Fe, está literalmente dedicada al “estudio de Dios”, término que ya fue usado por Platón en “La República”, para referirse al entendimiento de la naturaleza divina por medio de la razón. Para la Iglesia católica es una reflexión destinada a conocer y comprender la Fe, a partir de la razón.
El cristianismo por sí mismo no ha creado una doctrina política, pero si ha facilitado unos nuevos principios en los que ésta se ha inspirado e influido, sobre todo en aspectos sociales.
Durante años se ha relacionado la religión con la política. Y no es de extrañar, ya que en la poca helenística, existía una Teología en apoyo del estado.
En el Antiguo Testamento, particularmente en la época de los Profetas, vemos las disensiones que había entre religión (profeta) y el poder que representaban los diferentes reyes. Eran los primeros intentos por dejar aclarada la relación entre religión y política, aunque muchas veces en la práctica eso no fuese así.
Si leemos el Nuevo Testamento, tenemos el mejor ejemplo con el que marcar ésta separación, y son las palabras de Jesús (Dad al César lo que es…) Mc 12, 17. Jesús con esta frase, da una nueva dimensión a los deberes políticos respecto a los deberes religiosos.
Apoyados en sus palabras, la Iglesia intenta hacer frente al poder civil y temporal. Pedro y Pablo desarrollaron en sus cartas una catequesis sobre los deberes de los cristianos frente a la autoridad pública.
Una vez que van desapareciendo de la escena los Apóstoles, se ve la necesidad de ir constituyendo una base común de las enseñanzas recibidas, para evitar personalismos en la explicación de lo que es la verdadera doctrina.
Fruto de estos criterios personales, ya aún en vida de ellos da lugar al Concilio de Jerusalén.
Constantino, máximo representante del poder de Roma, se mostró abiertamente protector de la nueva religión, por lo que los cristianos pasaron de ser perseguidos a una situación estable, lo que favoreció su expansión.
Este trato de favor recibido, permitió al emperador de turno convocar en algún caso y presidir en otros, diferentes Concilios. Esta unión Iglesia Estado, pronto hará sentir su pernicioso efecto.
Constantino no acepta otra autoridad que no sea la suya y se anuncian medidas violentas por no obedecerle. Fruto de esa intervención imperial es el caso de Arrio, que expuso en un credo que negaba la deidad de Cristo; fue excomulgado por la autoridad de la Iglesia y por orden del emperador él y sus seguidores, fueron restaurados en la comunión eclesial.
En la época medieval, se ve la política como una dimensión de la moral. Pero no es hasta la guerra de los 30 años (1618-1648), que acaba con la paz de Westfalia cuando se adquiere la conciencia religiosa europea.
A partir de entonces comienza un proceso de secularización cultural, social y político que hizo posible la crítica a la religión, la libertad religiosa y a la deseada separación de religión y política.
Durante el siglo XIX algunos autores intentan una justificación teológica y ética, tanto de los cambios revolucionarios como de la restauración de las monarquías.
El Concilio Vaticano II ha afirmado la autonomía de la política como realidad terrenal (GS 36), su dependencia del orden moral (GS 74) y la trascendencia de la verdad evangélica, respecto a los sistemas políticos (GS76).
La Teología contemporánea bajo la influencia de la Ilustración, del idealismo Hegeliano y del marxismo, lleva a la política a asumir un papel radicalmente distinto; no se trata de una teología sectorial <> sino que la política es una dimensión de la Teología.
En los años 80 la Teología de la Liberación en sus formas más radicales, aparecía como uno de los más urgentes desafíos para la Fe de la Iglesia.
El problema residía en que para vencer los problemas de las desigualdades, pobreza, justicias, había que desarrollar una lucha política, ya que las estructuras se consolidad mediante la política.
Todo ello se fue pudriendo a medida QUE LOS SISTEMAS DE GOBIERNO que la inspiraban (marxistas) al aplicar su ideología, producían una radical falta de libertad.
La actualidad la podríamos resumir en el relativismo que envuelve la sociedad, y en la nueva forma de entender la religión, que se van desgranando por todo el mundo.
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