"Deseo, que de una vez por todas, desaparezcan estos ruidos de mi cabeza". Chiquito se encontraba preocupado con este pensamiento, cuando le sorprendieron los primeros rayos del sol, al penetrar éstos a través de las persianas.
Aquella luz en la estancia junto con el sonido de algunas puertas al cerrarse, resultaría cada una de ellas, ser la causa por las que saldría de su largo letargo.
Entonces se dió cuenta, de que el tiempo corría en su contra y que debía actuar con rapidez. Un olor a sangre lo impregnaba todo. Asustado como se sentía, corrió al cuarto de baño. Allí, la imagen de un rostro colérico reflejado en el espejo, le recordó otros hechos ocurridos en el pasado.
De regreso a la habitación, encontró sobre la cama el cadáver de la propietaria del piso. Ésta estaba medio desnuda y su cuerpo totalmente ensangrentado. Él se la quedó mirando con cierto aire de incredulidad.
Poco a poco, fue recuperando conciencia de lo sucedido. Sufría en su interior la extraña sensación, de que las personas de su entorno más inmediato, le despreciaban, odiaban o temían. Esto provocaba en él tal irritación, que llegaba a enfrentarse con ellas. Pero esta vez las cosas habían ido demasiado lejos.
El brote colérico que había sufrido, le llevó a descargar tantos golpes sobre la mujer, que ésta no pudo resitir el castigo.
Con la legada de la policía, que fue avisada por los vecinos, a causa de los gritos que salían de la vivienda, se dio por acabdo el suceso. Chiquito, que sería acusado de asesinato, ni se percató de la gravedad de los hechos imputados. Sin embargo, algo había en su interior que le hacía reaccionar, puesto que cuando por causas desconocidas, percibía el olor a sangre, su entendimiento quedaba nublado.
Aquella fue la causa por la que el juez, ordenó que Chiquito acabara con sus huesos en la fría sala de psiquiátrico.
* Texto seleccionado "Letras con arte"
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