jueves, 15 de diciembre de 2011

"LA TIERRA" EN EL PENTATEUCO

INTRODUCCIÓN

A través de los tiempos, muchos se han preguntado del porqué del interés y apego de los israelitas por las tierras que conformaban la antigua Palestina. Con esta pequeña síntesis pretendo recoger aquellos aspectos más importantes, que ayuden a comprender el significado del término TIERRA, en la Biblia y para los judíos.
Al hacerlo, deseo que aquellos que lo lean, tengan un mayor conocimiento sobre el sentido que del mismo hace la Biblia, cuando habla de ella.
Un primer punto sería conocer las expresiones que se hacen de la misma en hebreo.
Así, (Arets) sirve para designar el país en este caso la Palestina del Antiguo Testamento, mientras que (Adamah) se refiere al suelo.


DIMENSION GEOGRAFICA

Toda historia tiene un lugar donde se desarrollan unos hechos. La historia de la humanidad ha tenido como centro una tierra particular, patria de un pueblo al que se le manifestó Dios, con palabras y hechos que se entrecruzan en la Historia.

DATOS Y LIMITES GEOGRAFICOS

La tierra propiamente bíblica, escenario donde se desarrolló esta historia de la salvación, se extiende entre el Líbano al Norte, el Mediterráneo al Oeste, y al sur las regiones desérticas que luego van a formar la península del Sinaí.
Esta tierra particular, es la punta occidental de lo que se le ha dado por llamar convencionalmente, la media luna fértil.
Su superficie alcanza la suma total de 15640 Km2
El territorio se divide en cuatro regiones geográficas:
* La fosa formada por el río Jordán
* La cadena montañosa que corre de norte a sur
* La zona denominada Sefela, está formada en occidente por las colinas que descienden hacia el litoral mediterráneo.
* Y el Negueb, que es la región meridional de las ciudades de Hebrón y Berseba hasta el desierto.

CRUCE DE CAMINOS

La posición geográfica de la tierra bíblica y su modestísima extensión (aproximadamente la provincia de Badajoz) han constituido desde los tiempos remotos un desafío para su supervivencia.
Situada como puente obligado entre Egipto, Asia Menor y Mesopotamia, experimentó a través de los tiempos el influjo de la cultura y religiones de los pueblos de civilización antiquísima, al mismo tiempo que se convertía en víctima predestinada de las ambiciones de poderosos imperios.
Pero a lo largo de milenios y de choques gigantescos, ninguna potencia logró borrar definitivamente de la historia, la tierra elegida por Dios.

DENOMINACIONES BIBLICAS

1- HISTORICAS

a)      En el AT no se encuentra una denominación bíblica fija
b)      En los libros más antiguos se la denomina “tierra de Canaán”, nombre genérico de las poblaciones cuyos habitantes cananeos la ocupaban antes de la conquista israelita.
c)      Durante la monarquía hebrea, la Biblia nos señala “tierra de Israel” recuperando el término antiguo después de la caída (722 a.C)

2- TEOLOGICAS

En virtud del significado y de su diversa importancia en la  historia de la salvación, la tierra asume denominaciones de carácter teológico.

a) La tierra prometida. A falta de un término en hebreo equivalente en la Biblia se expresa con la fórmula  “la tierra que el Señor os dará según ha dicho” ó “la tierra  que ha jurado (Dios) dar a tus padres”.

b) La tierra santa. Lo es para las tres religiones monoteístas, Palestina es por excelencia “la tierra Santa”.
Para los hebreos, donde quiera que Dios se manifestaba, aquél suelo se convertía en sagrado (Gen 28, 16-17; Ex 3 5-6).
Palestina entera es un “santuario” (Ex 15, 17) porque es tierra de Dios. (Is14, 2)
Un hebreo expulsado de ella se veía impedido de honrar a su Dios (I Sam 26,19)

c) La heredad de Dios. Heredad de Yhwh es uno de los nombres más antiguos dados por Israel a su patria.
El término “nahalah” (Heredad) indica más de lo que dice el término jurídico, porque insiste más bien, en la permanencia de la posesión obtenida.
En el oriente antiguo, toda divinidad era considerada dueña de la tierra en que era honrada, por lo cual se denominaba “heredad”.
La tierra de Israel era propiedad de Dios (Jos 22, 19); cuando los israelitas entraron en ella, ocuparon primero la región montañosa que denominaron la montaña de la heredad de Dios (Ex 15,17).
Mas tarde, después de seguir los pasos del Pentateuco, reflejaremos aspectos concretos sobre lo que significaba el usufructo de esta tierra por parte de los israelitas.
El Pentateuco comienza con el don de la tierra terminando en la llanura de Moab a las puertas de la tierra prometida




EL PENTATEUCO Y LA TIERRA

En el principio creó Dios los cielos y la tierra (Gen 1, 1)
Con esta creación, y desde su bondad infinita, Dios prepara un don para ese “ser” que mas tarde creará. Una tierra fértil donde el hombre podrá satisfacer sus necesidades. 
“Hagamos el “hombre” a imagen nuestra (Gen 1, 26)
Sed fecundos…  llenad la tierra y someterla  (Gen 1-22), Dios concede al hombre y a la mujer la posibilidad y la responsabilidad de su dominio.
En su oferta Dios pone al Hombre en un vergel, que sólo debe cuidar y disfrutar del mismo. Puso a éste ser en un jardín del Edén e hizo brotar todo tipo de árboles deleitosos para comer. (Gen2, 8)
Desde la óptica del plan de Dios, éste puso al hombre en una situación privilegiada dentro de toda la creación. Sin embargo esa relación entrañable se ve truncada cuando el hombre pretende erigirse en su propio dueño, creando un código moral propio y olvidándose de su creador.
El hombre no se conforma con ser la criatura y reclama una autonomía moral.
Esta rebelión le supuso perder el estado primitivo que tenía y como resultado convertirse en un ser finito. Donde la Muerte física y la pérdida de la familiaridad divina, serían las consecuencias más graves.
Tras la caída, el suelo fructífero de esa esta tierra que no necesitaba más que un cuidado, se le vuelve árida y tiene que luchar para sobrevivir. (Gen 3, 4)
Con la expulsión del paraíso el hombre sufrirá la nostalgia de lo que tenía y que por su culpa perdió.
Mas tarde, entra la envidia en la vida del ser humano y esta tierra se tiñe de sangre. Caín mata a Abel (Gen 4, 8)
Ante la continuidad por parte del hombre de dar la espalda al Dios creador, y que su actitud era de continua maldad, las aguas invaden la tierra (Gen 7, 1-24)
En una segunda creación nos dice el (Gen 9, 1-17) “que Dios bendijo a Noé y sus hijos: “Sed fecundos, multiplicaros y llenad la tierra.” Y añade al final  “Esta es la señal de la alianza que he establecido entre yo y toda la carne que existe sobre la tierra”. 
La tierra se repobló  “siendo todo el mundo de un mismo lenguaje e idénticas palabras” (Gen 11, 1)
Mas como pretendieran edificar un edificio que llegase al cielo, Dios confundió sus lenguas y los desperdigó por todo el haz de la tierra (Gen 11, 9)

LA PROMESA INICIAL

En la Biblia, la historia de la salvación comienza con la vocación de Abraham, al cual ordena Dios deje su patria Mesopotamia, para dirigirse a una tierra que se le mostrará (Gen 12, 1-2).
“Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre… Y el solicito abandona su lugar para seguir la voluntad del Creador.
Abraham con su sobrino Lot y todas sus familias y sus ganados han de recorrer como nómadas que son, por los diferentes pueblos en busca de alimento y pastos.
La promesa de una tierra para su descendencia la encontramos en (Gen 12, 7)
Si bien antes de obtenerla habrán de pasar por la esclavitud en Egipto para huir hacia la utopía de una tierra que mana leche y miel (Éxodo y Números).
Cuando la hacienda se había multiplicado tanto, de modo que no podía vivir juntos, se separaron (Gen 13, 6)
La promesa divina y la alianza

Abraham recibe de Dios en visión estas palabras: No temas…Tu premio será muy grande (Gen 15, 1)
Le hace la promesa de que tendrá un heredero de sus entrañas y le augura una descendencia tan grande y numerosa como las estrellas del firmamento.
“Yo soy Yahvéh que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en propiedad…Le reafirma la promesa de la tierra “Has de saber que tus descendientes serán… Los esclavizarán y oprimirán…A la cuarta generación volverán ellos acá.
La alianza se va reforzando y en (Gen 17, 1-8) vuelve Dios a dirigirse a Abraham para asegurarle que le dará toda la tierra por la que anda como peregrino: Canaán.

LA POSESION DE LA TIERRA (Preparación)

Después de seiscientos cincuenta años de la vocación de Abraham, Dios toma la iniciativa para la realización de la promesa.
“Los hijos de Israel fueron fecundos… y la tierra estaba llena de ellos”. (Ex 1,7)
Dios se manifiesta Moisés para ordenarle que libere a los descendientes de los patriarcas de la esclavitud a la cual los había sometido el faraón.
“Yo he descendido para librarles de la mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y amplia una tierra que fluye leche y miel. (Ex 3, 8)
No se hace alusión a la promesa de los patriarcas; pero Dios se ha presentado a Moisés como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Ex 3, 6)
Si bien a Moisés no le estará permitida la entrada en la tierra prometida, si la podrá contemplar desde el monte Nebo, frente a Jericó (Dt 34, 1-4).

LA TIERRA COMO DON DE DIOS

Nuevamente el Creador concede al hombre, pese a sus ingratitudes un nuevo vergel. El don de una nueva tierra donde constituirse como pueblo dedicado a Dios.
Josué será el elegido en esta nueva etapa, para llevar a los israelitas hacia su nuevo hogar.  
En esa conquista Dios mismo está en medio de su pueblo, para realizar maravillas siempre que le sean fieles.   

LA TIERRA EN USUFRUCTO

La propiedad de la tierra tenía una serie de condiciones, que hacía que esta fuese considerada en usufructo. Así los israelitas debían considerarse extranjeros y huéspedes en la tierra de Dios (Lev 25,23) La posesión de un terreno perteneciente a ella, no podía ser enajenado.
¿Qué nos dicen los libros sagrados?
Institución del Año Sabático. La tierra de Dios debía observar reposo, prohibiendo la siembra y recolección. (Ex 23, 10-11; Lev 25, 3-7)
Durante este año de Jubileo, además del reposo de la tierra, aquellos hebreos que habían vendido sus propiedades debían, en determinadas condiciones recuperar su posesión. (Lev 25, 13-17)
Otras leyes recordaban a los hebreos, que su tierra pertenecía a Dios. A él estaban reservados los diezmos de los productos del suelo y las plantas. (Lev 27, 30) En el rito de la ofrenda, el israelita reconocía con solemnidad, que Dios hacía fructificar su tierra (Dt 26, 1-10)
Cada tres años un parte de las cosechas debían ponerse a disposición de los levitas, extranjeros, de las viudas y los huérfanos, a los que Dios alimentaba con los frutos de su tierra (Dt 14, 28-29)
Esta idea subyace en la ley según la cual, en la siega o en la recolección, había que dejar una parte a disposición de los indigentes (Lev 19, 9-10); Levítico II, 5.


No hay comentarios:

Publicar un comentario